Estereotipos,
creencias y representaciones sociales de los jóvenes con respecto al consumo de
sustancias
Sintetizamos
en esta parte del trabajo cuestiones que han surgido de distintos talleres con
adolescentes, en relación a mitos y creencias con respecto al consumo de
ciertas sustancias como el tabaco, alcohol y marihuana. También ampliaremos
este tema en el capítulo siguiente con una experiencia de diagnóstico local.
Podemos
encontrar en las opiniones de los jóvenes una mezcla de saberes populares, que
se corren boca a boca, “cosas que se
dicen”; con cierta información científica proveniente de distintos medios, como
redes sociales, la escuela, libros, revistas; con juicios a partir de
experiencias propias.
De
esta mezcla de saberes se construyen imágenes de la realidad, más o menos
ciertas, que pueden tener argumentos válidos en ocasiones, según el punto de
referencia desde el que se manifiestan.
La
cuestión de las representaciones o creencias, no es tanto su verdad o falsedad,
en términos absolutos, pues parte de las creencias o representaciones de los
jóvenes tienen su razón de ser y parte de verdad. Por ello es interesante ver
estas creencias, mitos o representaciones sociales como “construcciones
colectivas” de sentido. Y como tales siempre pueden ser discutidas, pensadas y
re-prensadas.
En
los talleres hemos oído cosas tales como “el consumo de alcohol es algo que se puede
controlar más fácilmente, se puede remar…”, “la marihuana es una droga natural
y por tanto no hace mal…”, “si es algo que todos hacen no puede estar mal…”,
etc.
Lo
interesante es tomar estos dichos y de-construirlos: ¿Se puede controlar el
consumo de alcohol? ¿Qué significa “controlarlo” o “remarla”? ¿Hasta dónde
puedo controlarlo? ¿Cuándo tengo que controlarme? ¿En alguna circunstancia en
especial? ¿El límite es lo que le pasa a mi cuerpo? ¿Es el otro el límite? ¿Soy
yo el responsable de mis actos? ¿Son los demás? ¿Soy responsable de lo que hagan
mis compañeros en una fiesta?
Dar
lugar al surgimiento de estas y otras cuestiones permite reconstruir y ampliar
el sentido de las creencias y representaciones con respecto al consumo que tal
vez estén estereotipadas y fijadas, y dar lugar a la reflexión sobre prácticas
que en los jóvenes son habituales, como el consumo de los fines de semana.
En
el siguiente capítulo de este libro se analizan más finamente las cuestiones
relacionadas con las creencias y representaciones que sostienen los jóvenes con
respecto al consumo de sustancias, así como en el último capítulo se ofrece un
modelo o formato de taller para trabajar con
el consumo problemático de sustancias en jóvenes y adultos.
Escala
de valores en los adolescentes: la amistad y la presión grupal
En
otros talleres más inespecíficos, en donde el tema era la amistad y los grupos,
tuvimos la oportunidad de conversar sobre la percepción que los chicos tienen
en relación a la influencia del grupo de pares en conductas de riesgo como el
consumo problemático.
En
este momento tan particular que es la adolescencia parece predominar un interés
por “pasarla bien”, “divertirse”, “estar en compañía”. Este hecho en sí
pareciera ser algo normal de la edad, sobre todo a partir de los 14-15 años.
Los debates aparecieron cuando les preguntamos a los adolescentes si es posible
“pasarla bien” o “divertirse” sin el consumo de alguna sustancia.
Muchas
respuestas fueron que no, que “no es lo mismo”, que el consumo “desinhibe”, “te
levanta”, siempre haciendo alusión a cuestiones conductuales. Aquí la cuestión
es tratar de hacer pensar a los chicos, de porque la necesidad de que
intervenga una sustancia externa al organismo para que podamos divertirnos, o
actuar más espontáneamente.
De
esto podemos inferir que en ocasiones de consumo de sustancias como el alcohol
y la marihuana, estas actúan como “suplementos” de la personalidad, como una
manera de complementar algo que falta en el “yo”, y también el consumo de
sustancias actúa como estimuladora de la empatía entre los chicos. Como si
necesitaran del consumo para compartir, charlar, encontrarse, pasarla bien.
Esto no es tan extraño si observamos ciertas publicidades sobre bebidas alcohólicas,
que en forma muy explícita relacionan la bebida con buenos momentos, amistad,
encuentros, con “estar todos de acuerdo”.
El
factor de la presión grupal aparece aquí no como una obligación de consumir, o
como algo directo y explícito, sino como algo sentido, percibido, por los
adolescentes, pero no necesariamente manifestado. Muchos adolescentes
reconocieron en los talleres sentir que si no consumen en las fiestas o
previas, se queda en ridículo, o “mal visto” por los demás. Por lo tanto la
presión grupal no aparecería como una amenaza, o un pedido explícito de que “se
consuma o se vayan”, sino como una necesidad de integrarse al grupo, de ser
aceptado y reconocido por los demás.
Por
ello para el resto de los adolescentes, que niegan la existencia de presión
grupal, el argumento es el tema de la libertad de decisión, “si uno quiere se
va”, “si uno quiere no consume y listo”; pero este argumento no niega la
presión grupal, sino que reconoce la posibilidad de escaparse de ella, con el
costo de no integrarse al grupo.
De
todas formas, el tema de la presión grupal no está cerrado, es algo para seguir
pensando y debatiendo en los talleres. Es interesante en este sentido poder
trabajar en la responsabilidad tanto individual como grupal, así como en el
tema de la tolerancia hacia las diferencias dentro de un grupo.
El
uso del tiempo libre y de las nuevas tecnologías
En
la modalidad de talleres inespecíficos abordamos dos cuestiones más, el tema
del uso del tiempo libre y del uso de las nuevas tecnologías de la información
y la comunicación, como los celulares y las redes sociales.
En
cuanto al uso del tiempo libre notamos que los adolescentes más chicos, en la
franja de 12 a 15 años, son los que más actividades extra escolares realizan, como
por ejemplo fútbol, hándbol, boxeo
recreativo, hockey, tela, dibujo, música, etc.
Sin
embargo como tendencia general, a medida que se acrecienta la edad, va disminuyendo
el interés por estas actividades. Aparecen otros intereses, como las relaciones
amorosas, las salidas de los fines de semana, el pasar más tiempo con amigos.
En
cuanto al uso de las nuevas tecnologías se les preguntó en los talleres a los
chicos, si ellos sentían que el uso constante del celular o de las redes
sociales, los alejaban o los acercaban a los demás. Las opiniones fueron divididas.
Muchos reconocieron estar reunidos en grupos, y pasar todos un buen rato sin
hablarse por estar con el celular. Otros reconocieron que adoptaban estrategias
para evitar esto, como ponerse de acuerdo para apagar el celular por un rato
para conversar. También es interesante que algunos adolescentes manifestaran
que son sus padres los que a veces no les prestan atención por estar mucho con
el celular.
Otro
grupo de adolescentes opinó que las redes sociales como facebook le sirven para
contactar con gente y hacer más amigos, con los que después pueden o no encontrarse.
Aquí la mayoría hizo una distinción, entre aquellos amigos “que son para
encontrarse” y “aquellos que son online”. O sea que algunos amigos lo serían
solo en la red, con otros en la red y para encontrarse, y con otros solo cara a
cara. También en este tema muchos adolescentes reconocieron no hablarse con la
mayoría de los contactos que se tienen en redes sociales como facebook, y
destacaron que existen otras redes de uso menos masivo que sirven más para
poder “ligar”, o conectarse con alguien que les interesa.
En
este tema queda mucho por conocer y escuchar a los jóvenes, por ahora las
intervenciones en los talleres van por el lado de no perder el contacto directo
con el otro, el mirarse a los ojos, el estar atentos a lo que le pasa al otro.
Las tecnologías no son un freno a esto necesariamente, todo depende del uso que
les demos.
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